Concretando:
Día 8 de enero de 2011.
Hora: 20,00 horas (8 de la tarde)
Lugar: Bar El Cabo.

(Pinchar en imagen para ver a mayor tamaño)


Estamos pasando por días de un tórrido calor que a todos nos estremece. Cada año, al llegar el repentino verano, sabemos que en esta tierra infinita, llana y seca se torna en un color amarillento. Las calles durante el día enmudecen, sus estrechas sombras solo permiten un paso fugaz obligado. Las casas, otrora encaladas, presentan un aspecto de recogimiento. Nadie parece existir, siempre ha sido así.
Será con el atardecer donde las calles y sus viviendas comiencen un lento despertar. En otro tiempo la chiquillería, desde los quicios de las puertas iban dejándose ver, para de manera pausada arrancar en incansables juegos: el pillao, la comba, un gorreñio, churro media manga manga entera, adivinanzas, la píndola,…
En aquellos años, hace cincuenta, la calles, mi calle era especial, me atrevo a decir que única. La mejor, de calzada empedrá (nunca había barro), teníamos la suerte de presumir de que en nuestra calle había un gordini, que un poco más “alante” estaba un carro y contábamos con la posibilidad de cambiar en cuestión de una mera “corría” de una calle a un callejón y, si la valentía nos acompañaba poder atravesar bajo la magia de las puertas abiertas a otra calle más, el malecón y la era estaba a un paso, pero lo más excitante era la posibilidad de que en un mismo sitio y bajo una “porta” podíamos practicar innumerables juegos o refugiarnos en sus entrañas en las tormentas de verano.
“Al rico helado”, “tortas y bollos”, aquellas voces paraban los juegos y bajo miradas inquietas, nos relamíamos las ganas de poder saborear esas tortas o helados. Desistimos de lanzarnos hacia nuestras puertas, porque sabíamos que no romperíamos la tarde de pan con chocolate. No puedo pasar por alto aquella tienda, que siempre nos sorprendía, daba igual la hora de la mañana, de la siesta o de la noche, sólo había que lanzar una voz y al pronto éramos atendido. Despachaba los mejores bocadillos de escabeche, siempre disponía de todo lo necesario, incluso aquella novedosa chuchería, era la tienda de la calle que para nada llegaba a echar en falta los hoy modernos carrefour, alcampos o hiper.
Aquella calle era extraordinaria, bulliciosa, animada y de personas extraordinarias que le daban una especial singularidad que transmitía alegría y orgullo de poder pertenecer a ella.
Los anocheceres se envolvían de unas murmurantes voces. Recuerdos aquellas calurosas noches, donde un leve viento apenas llegaba apaciguar tan severas temperaturas. Los chicos nos sentábamos en el batiente o en la acera. Escuchábamos, nos estremecíamos, de vez en cuando con tímidas voces preguntábamos. La historia que tan detalladamente era narrada nos mantenía en vilo. La calle empequeñecía. Las leves luces parecían apagarse, las estrellas se convertían en dibujos ilusionantes de cuentos asombrosos. Cada noche era una aventura, una hazaña mágica que no dejaba de asombrarnos, de dejar volar nuestra imaginación.
Hoy es una noche de verano de un día caluroso, corre una imperceptible brisa, no apetece envolverte en sueños de calor. Hoy y a mis cincuenta, recuerdo aquella calle de piedras; hoy como instantáneas se dibujan en mi mente sus gentes, aquellas que hicieron que aquella calle fuera grande y única, llena de vida. Hoy a mis cincuenta y recordando aquellas noches de verano, siento anhelo de la grandeza de aquella calle y sus vecinos. Hoy, cuando dejo viajar mi mente hacia aquel pasado, se que aquellas gentes siguen vivas porque sus hechos, sus historias, sus vidas no han quedado extraviadas en el aire, sino que son el Alma que están enraizadas en aquella calle, donde siempre serán presente y formaran parte del futuro.
JARCHA (CON ALMA)


sus mejores años de su vida y, con un poco más, preparar unas buenas futuras décadas y si alguno de ellos se resiste a ello, aquí van cincuenta frases para ser un buen cincuentón y más, pizca más o menos:
coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin air-bag, hacíamos viajes de 10-12h con cinco personas en un 600 o en un Renault 4 y no sufríamos el síndrome de la clase turista. No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico, y jugábamos a "lo que hace la madre hacen los hijos", esto es a ver quién era el más bestia. Pasábamos horas construyendo nuestros "vehículos" con trozos de rodamientos para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos. Después de chocar con algún árbol, aprendimos a resolver el problema.Jugábamos a "churro va" y al pañuelo y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y solo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos. Eso si nos buscábamos maderas en los contenedores o donde fuera y hacíamos una caseta para pasar allí el rato.No había móviles. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina (roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos. La mitad de los compañeros de clase tenía la barbilla rota o algún diente mellado, o alguna pedrada en la cabeza... Tuvimos peleas y nos partíamos la cara unos a otros y aprendimos a superarlo.Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que, rara vez, tenía refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas!!! Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto. Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Compartimos botellas de refrescos y nadie se contagio de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el cole. Cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente. No tuvimos Playstations, Nintendo 64, vídeo juegos, 99 canales de televisión, películas en vídeo, sonido surround, móviles, ordenadores e Internet, pero nos lo pasábamos de lo lindo tirándonos globos llenos de agua y arrastrándonos por los suelos destrozando la ropa.Nosotros si tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, a la peonza, a las canicas, a la lima, al rescate...,en fin tecnología punta... Íbamos en bici o andando hasta su casa y llamábamos a la puerta. ¡Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel! !Sin ningún responsable! ¿Cómo lo conseguimos? Hicimos juegos con palos, botellas y balones de fútbol improvisados, y comimos pipas y, aunque nos dijeron que pasaría, nunca nos crecieron en la tripa ni tuvieron que operarnos para sacarlas.Bebíamos agua directamente del grifo de las fuentes de los parques, agua sin embotellar, donde chupaban los perros!!! Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la escopeta de perdigones o con el tirachinas, antes de ser mayores de edad y sin adultos, DIOS MÍO!! En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos. Los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción. Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repitieron curso. ¡Qué horror, no inventaban exámenes extra! Y ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarlas el culo y jugando a beso, verdad y atrevimiento, no en un chat diciendo :) :D :P Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. No había nadie para resolver eso.La idea de un padre protegiéndonos, si trasgredíamos alguna ley, era inadmisible, si acaso nos soltaban un guantazo o un zapatillazo y te callabas. Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello. Tú eres uno de ellos?? ¡Enhorabuena!

las ordenes de Ramón Gabilondo: Ramallets, en la portería; Olivella, Garay y Gracia, en defensa; Segarra y Gensana, en el centro del campo, y en la delantera, Tejada, Kubala (Mateos en la ida), Di Stéfano, Luis Suárez y Gento.



.jpg)
