sábado, 8 de mayo de 2010

Juegos y juguetes


Vivíamos en un autentico mundo de tres dimensiones, cada vez que extendíamos nuestra mano hacíamos entrar en escena un “podíamos…”. Esa propuesta rápidamente se ponía en ejecución. Entre todos se iban añadiendo elementos que al instante hacían del tiempo un instante, hasta tal punto que la hora se nos venía encima y en las primeras voces que resonaban el nombre de alguno de los actuantes había una despedida en la que con un “mañana a la misma hora”, hacia innecesario indicar el lugar.

Vivíamos entre el sueño de aventura y la realidad que comenzaba a dentellear colores. Los puestos de chuches o aquellos kioscos que mostraban los mejores olores, los mejores sabores y el último juguete de moda, que se le acabo llamando baratija.
Algunas de ellas eran fruto de deseo. Recuerdo la magia de las sombras convertidas, al amparo de una bombilla desnuda, en apasionantes dibujos de casi realidad. Otras y bajo la creatividad más avispada se perforaba una caja, por donde se hacía entrar una luz para proyectar dudosos dibujos. Las sombras eran solo de las manos, las manos y la caja era el deseo de imitar aquel visor moderno que acompañado por fotogramas de no sé cuantas historia, hacia que su poseedor fuera dueño de un juguete de última generación.

Dos trozos de plásticos simétricos e iguales, de distintos color en forma de cono, teniendo en su parte más estrecha una lente y en su parte ancha dos ranuras ásperas por la que se introducían los fotogramas. Su fragilidad era alarmante, cuando no se despegaba por sus uso, dejando en unas de sus partes la lente que durante algún tiempo lograbas seguir utilizando.

Por cierto!, recordáis aquellos esqueletos, escondidos en unos sobre, que extraíamos sus innumerables piezas que, con más menos encaje y acierto, lográbamos montar para posteriormente declarar nuestra propia “república independiente”. A buen seguro que los montajes IKEA, hoy en día, nos dan mayores quebraderos de cabeza.

En aquella época los juguetes eran nuestro gran deseo, la imaginación nuestro mayor cajón de juegos

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